Finalizó la duodécima temporada del Cineclub YMCA en la tuvimos 18 funciones, seis ciclos y tres funciones especiales, incluyendo 15 largometrajes y 16 cortometrajes.
Ciclo "AL CINE CON PETER BOGDANOVICH"
Ciclo "BERTOLUCCI 1970"
Ciclo "50 AÑOS DE LUNA: SUEÑOS Y FANTASÍAS"
Ciclo "BERTRAND BLIER"
Ciclo "CONVERSACIONES ERICE-KIAROSTAMI"
Ciclo "TIRANDO DE LA CUERDA"
Ciclo "BERTOLUCCI 1970"
Ciclo "50 AÑOS DE LUNA: SUEÑOS Y FANTASÍAS"
Ciclo "BERTRAND BLIER"
Ciclo "CONVERSACIONES ERICE-KIAROSTAMI"
Ciclo "TIRANDO DE LA CUERDA"
Funciones especiales
Apertura: HITCHCOCK, A 90 AÑOS DEL PRIMER SONIDO: CHANTAJE, de Alfred Hithcock
Homenaje "JEAN-LUC GODARD (+AV)": SIN ALIENTO, de Jean-Luc Godard + LOS NOVIOS DEL PUENTE MAC DONALD, de Agnès Varda
Homenaje "JEAN-LUC GODARD (+AV)": SIN ALIENTO, de Jean-Luc Godard + LOS NOVIOS DEL PUENTE MAC DONALD, de Agnès Varda
Cierre: "FATTY ARBUCKLE, EL GENIO OLVIDADO": Proyección en fílmico con música en vivo por Eugenia Limeses
Emiliano Penelas
Programador
Con una función a sala llena en fílmico con música en vivo, despedimos la Temporada 2019 del Cineclub YMCA.
Los cortometrajes de Fatty Arbuckle en Súper 8 fueron la programación que compartimos en nuestra última función de 2019, acompañados al piano por Eugenia Limeses.
Los aplausos finales fueron el mejor cierre para otro año hermoso en el Cineclub YMCA, en donde como siempre fuimos acompañados en todas las funciones por Graciela Caride y Gabriel Piccirillo, y por supuesto de todo el personal de YMCA Argentina.
Pera tenemos buenas noticias, ya podemos adelantar que ya tenemos fecha de comienzo de nuestra Temporada XIII: 18 de marzo de 2020. ¡Nos vemos en el cine!
Emiliano Penelas
Programador
Fragmentos de Fatty’s Chance Acquaintance, Estados Unidos, 1915), dirigida por Roscoe 'Fatty' Arbuckle.
Los cortometrajes de Fatty Arbuckle en Súper 8 fueron la programación que compartimos en nuestra última función de 2019, acompañados al piano por Eugenia Limeses.
Los aplausos finales fueron el mejor cierre para otro año hermoso en el Cineclub YMCA, en donde como siempre fuimos acompañados en todas las funciones por Graciela Caride y Gabriel Piccirillo, y por supuesto de todo el personal de YMCA Argentina.
Pera tenemos buenas noticias, ya podemos adelantar que ya tenemos fecha de comienzo de nuestra Temporada XIII: 18 de marzo de 2020. ¡Nos vemos en el cine!
Emiliano Penelas
Programador
Fragmentos de Fatty’s Chance Acquaintance, Estados Unidos, 1915), dirigida por Roscoe 'Fatty' Arbuckle.
Reproducimos este artículo de Juan Forn en Página/12, a propósito de Fatty Arbuckle, a quien dedicaremos la última función del año en el Cineclub YMCA, con proyección en fílmico y música en vivo.
La primera vez que Roscoe Arbuckle subió a un escenario descubrió que era el hogar de los que no tienen ninguno. También descubrió la cantidad de risas distintas que hay en el mundo: “No lo sabes hasta que las oyes todas a la vez. Y te pagan por ellas”. Su rol escénico consistía en recibir golpes o cantar un poco y luego recibir golpes Nada nuevo en su vida, salvo la paga y los aplausos. Roscoe tenía nueve años cuando se fugó de su casa para no padecer más las palizas del padre, que lo acusaba de haberle roto la vagina a la madre en el parto. Los siete kilos que pesaba cuando nació la habían dejado tan dañada que no quiso saber más nada de sexo y el padre se desquitaba a palos con él mientras los otros cinco hermanos se reían salvajemente. Veinte años después, cuando probó por primera vez la heroína a la que se hizo adicto de por vida, dijo que fue porque, en brazos de ella, “el recuerdo de los puñetazos de mi padre se volvía almohadones”. El camino a la heroína se lo señaló sin querer un escritor borracho, cuando Roscoe recaló con su número vivo en el Portola Café, de San Francisco, en los tiempos en que los mineros pagaban sus tragos con bolsitas de oro. El escritor borracho, que se llamaba Jack London, le dijo: “Estás en el lugar equivocado, chico”, y le señaló la lavandería china que había enfrente, en cuyos fondos rodaba Mack Sennett sus primeras películas de la Keystone.
La Keystone era el lugar perfecto para el arte de recibir golpes que había aprendido Roscoe, rebautizado Fatty Arbuckle en el camino del vodevil. “Acá gastamos más en vendas que en maquillaje. ¿Sabes caer de un techo, puedes bailar mientras te rocían con una manguera de bombero?”, le dijo Sennett cuando lo recibió. Por toda respuesta, Fatty simuló recibir un trompazo, dio una pirueta para atrás y cayó parado “como una maldita porrista”, a pesar de sus ciento diez kilos de peso. Así lo contaba Sennett años después. Como se sabe, Sennett inventó la comedia muda. Todos empezaron con él (Chaplin y Buster Keaton, entre otros) y todos se libraron de él en cuanto pudieron porque a Sennett no le gustaban nada los actores, no confiaba en ellos, no quería actuación sino espontaneidad en sus películas, no quería ni que se ensayara antes de rodar: “Mi idea del cine es armar un pandemónium y filmarlo, y cargar otro rollo y armar otro pandemónium” (en cuanto a la heroína, la habilitaban los chinos de la lavandería, cuando los actores quedaban molidos por los golpes que se daban filmando). Tenía un lema para dirigir y explotar a sus dirigidos, “Hacer comedia no consiste en ser gracioso sino en parecer desesperado”. Chaplin, Keaton y Fatty entendieron el concepto mejor que él; hicieron de eso el centro de su actuación, por debajo de la espasmódica vorágine de movimiento que se les exigía, y eso fue lo que amó el público: los personajes. Sennett no terminó de darse cuenta de que las películas se vendían por sus actores cuando los estudios de Los Angeles ya le habían robado todas sus estrellas.
Cuando Chaplin y Keaton llegaron a Hollywood, ya habían aprendido bien a simular los golpes, pero Fatty seguía creyendo que era más verosímil si los recibía plenamente (“La grasa es un buen acolchado cuando te pegan”). A diferencia de Chaplin, que supo esperar hasta ser su propio patrón, creando la United Artists junto a Mary Pickford, Douglas Fairbanks y D. W. Griffith en 1919, Fatty se entregó a la Paramount por un millón de dólares al año. Escribía, dirigía e interpretaba sus propias películas, pero trabajaba quince horas al día, siete días a la semana, para poder cumplir su contrato. Por “consejo” de los estudios, que emitían gacetillas diarias de sus estrellas, compró una mansión tan grande que hasta los armarios tenían armarios, pero dormía en el Rolls Royce gigante que también le habían hecho comprar, porque no tenía sentido cruzar toda la ciudad para tumbarse dos horas.
Entonces América descubrió de golpe el pecado en sus entrañas y se horrorizó. Todo empezó con la famosa final de la World Series arreglada y la imposición de la Ley Seca. La nueva consigna era el recato, la moderación, pero Hollywood contestó con el casamiento de Chaplin con una menor y el divorcio de Mary Pickford para casarse con Douglas Fairbanks el mismo día (“¡La novia de América es una cualquiera!”) y el escándalo por el arresto del doctor Spaulding, que nutría de drogas y alcohol clandestino a la comunidad. De la noche a la mañana, la fábrica de sueños era según la prensa un lupanar, un nido de judíos, la ciudad del pecado. Gran parte de la campaña era obra de William Randolph Hearst a través de sus diarios (Hearst quería que Hollywood se mudara a San Francisco y hacerlo parte de su imperio). Los estudios de cine inventaron de apuro el Código Hays y se aprestaban a poner en marcha una cruzada moral, con todas sus estrellas presentes, cuando Fatty cayó famosamente preso y se convirtió en el perfecto chivo expiatorio para aquella cruzada moral.
Una starlet había muerto desangrada en una fiesta que se había armado en la habitación de hotel de Fatty y él había sido arrestado por asesinato, cargo al que se le sumaba el de violación y el de contrabando de bebida. Era bien sabido en Hollywood que Fatty era impotente, que lo suyo era la heroína, que daba fiestas porque ése era el “consejo” de los estudios, pero que en esas fiestas se dormía enseguida o directamente se escondía en su Rolls. Sin embargo, los diarios que hasta el día anterior adoraban al gordo bueno de América pasaron a llamarlo “la bola de sebo con colmillos”, “el zeppelin obsesionado por el sexo”, “la ballena asesina”. Después de dos juicios en que el jurado se declaró incapacitado de dar un veredicto (los testigos se desdecían, la peritonitis de la difunta se debía no a una violación sino a un aborto que se había hecho tres días antes), en el tercer juicio lo declararon no sólo inocente, sino que emitieron un fallo sin precedentes en la Justicia californiana: “La absolución no es suficiente para el señor Arbuckle. Sentimos que se ha cometido una enorme injusticia con él”. Para entonces, los estudios lo habían despedido por incumplimiento de contrato, sus películas se habían prohibido (“Su cara ensucia la pantalla”), su casa había sido saqueada y las ventanas apedreadas y hasta la Sociedad de Naciones, debatiendo la trata de blancas, lo condenó desde Ginebra.
Fatty Arbuckle murió el mismo día en que se derogó la Ley Seca, en 1933. Para entonces ya era ciudadano honorario del lugar adonde iban a parar los malos chistes, como le gustaba decir en los monólogos de medianoche que hacía en un bar de Culver City. Los nuevos famosos de Hollywood solían coronar sus noches de parranda trasladándose hasta aquel bar en medio de la nada para verlo cantar, bailar y contar la historia de los golpes que había recibido. Aullaban de risa, como los mineros de antes, pero no pagaban con bolsitas de oro. Los tragos eran gratis para ellos. Como bien se sabía, los famosos de Hollywood no pagaban por nada: ya había pagado Fatty por todos ellos.
Juan Forn
Diario Página/12, 21 de marzo de 2014
La primera vez que Roscoe Arbuckle subió a un escenario descubrió que era el hogar de los que no tienen ninguno. También descubrió la cantidad de risas distintas que hay en el mundo: “No lo sabes hasta que las oyes todas a la vez. Y te pagan por ellas”. Su rol escénico consistía en recibir golpes o cantar un poco y luego recibir golpes Nada nuevo en su vida, salvo la paga y los aplausos. Roscoe tenía nueve años cuando se fugó de su casa para no padecer más las palizas del padre, que lo acusaba de haberle roto la vagina a la madre en el parto. Los siete kilos que pesaba cuando nació la habían dejado tan dañada que no quiso saber más nada de sexo y el padre se desquitaba a palos con él mientras los otros cinco hermanos se reían salvajemente. Veinte años después, cuando probó por primera vez la heroína a la que se hizo adicto de por vida, dijo que fue porque, en brazos de ella, “el recuerdo de los puñetazos de mi padre se volvía almohadones”. El camino a la heroína se lo señaló sin querer un escritor borracho, cuando Roscoe recaló con su número vivo en el Portola Café, de San Francisco, en los tiempos en que los mineros pagaban sus tragos con bolsitas de oro. El escritor borracho, que se llamaba Jack London, le dijo: “Estás en el lugar equivocado, chico”, y le señaló la lavandería china que había enfrente, en cuyos fondos rodaba Mack Sennett sus primeras películas de la Keystone.
La Keystone era el lugar perfecto para el arte de recibir golpes que había aprendido Roscoe, rebautizado Fatty Arbuckle en el camino del vodevil. “Acá gastamos más en vendas que en maquillaje. ¿Sabes caer de un techo, puedes bailar mientras te rocían con una manguera de bombero?”, le dijo Sennett cuando lo recibió. Por toda respuesta, Fatty simuló recibir un trompazo, dio una pirueta para atrás y cayó parado “como una maldita porrista”, a pesar de sus ciento diez kilos de peso. Así lo contaba Sennett años después. Como se sabe, Sennett inventó la comedia muda. Todos empezaron con él (Chaplin y Buster Keaton, entre otros) y todos se libraron de él en cuanto pudieron porque a Sennett no le gustaban nada los actores, no confiaba en ellos, no quería actuación sino espontaneidad en sus películas, no quería ni que se ensayara antes de rodar: “Mi idea del cine es armar un pandemónium y filmarlo, y cargar otro rollo y armar otro pandemónium” (en cuanto a la heroína, la habilitaban los chinos de la lavandería, cuando los actores quedaban molidos por los golpes que se daban filmando). Tenía un lema para dirigir y explotar a sus dirigidos, “Hacer comedia no consiste en ser gracioso sino en parecer desesperado”. Chaplin, Keaton y Fatty entendieron el concepto mejor que él; hicieron de eso el centro de su actuación, por debajo de la espasmódica vorágine de movimiento que se les exigía, y eso fue lo que amó el público: los personajes. Sennett no terminó de darse cuenta de que las películas se vendían por sus actores cuando los estudios de Los Angeles ya le habían robado todas sus estrellas.
Cuando Chaplin y Keaton llegaron a Hollywood, ya habían aprendido bien a simular los golpes, pero Fatty seguía creyendo que era más verosímil si los recibía plenamente (“La grasa es un buen acolchado cuando te pegan”). A diferencia de Chaplin, que supo esperar hasta ser su propio patrón, creando la United Artists junto a Mary Pickford, Douglas Fairbanks y D. W. Griffith en 1919, Fatty se entregó a la Paramount por un millón de dólares al año. Escribía, dirigía e interpretaba sus propias películas, pero trabajaba quince horas al día, siete días a la semana, para poder cumplir su contrato. Por “consejo” de los estudios, que emitían gacetillas diarias de sus estrellas, compró una mansión tan grande que hasta los armarios tenían armarios, pero dormía en el Rolls Royce gigante que también le habían hecho comprar, porque no tenía sentido cruzar toda la ciudad para tumbarse dos horas.
Entonces América descubrió de golpe el pecado en sus entrañas y se horrorizó. Todo empezó con la famosa final de la World Series arreglada y la imposición de la Ley Seca. La nueva consigna era el recato, la moderación, pero Hollywood contestó con el casamiento de Chaplin con una menor y el divorcio de Mary Pickford para casarse con Douglas Fairbanks el mismo día (“¡La novia de América es una cualquiera!”) y el escándalo por el arresto del doctor Spaulding, que nutría de drogas y alcohol clandestino a la comunidad. De la noche a la mañana, la fábrica de sueños era según la prensa un lupanar, un nido de judíos, la ciudad del pecado. Gran parte de la campaña era obra de William Randolph Hearst a través de sus diarios (Hearst quería que Hollywood se mudara a San Francisco y hacerlo parte de su imperio). Los estudios de cine inventaron de apuro el Código Hays y se aprestaban a poner en marcha una cruzada moral, con todas sus estrellas presentes, cuando Fatty cayó famosamente preso y se convirtió en el perfecto chivo expiatorio para aquella cruzada moral.
Una starlet había muerto desangrada en una fiesta que se había armado en la habitación de hotel de Fatty y él había sido arrestado por asesinato, cargo al que se le sumaba el de violación y el de contrabando de bebida. Era bien sabido en Hollywood que Fatty era impotente, que lo suyo era la heroína, que daba fiestas porque ése era el “consejo” de los estudios, pero que en esas fiestas se dormía enseguida o directamente se escondía en su Rolls. Sin embargo, los diarios que hasta el día anterior adoraban al gordo bueno de América pasaron a llamarlo “la bola de sebo con colmillos”, “el zeppelin obsesionado por el sexo”, “la ballena asesina”. Después de dos juicios en que el jurado se declaró incapacitado de dar un veredicto (los testigos se desdecían, la peritonitis de la difunta se debía no a una violación sino a un aborto que se había hecho tres días antes), en el tercer juicio lo declararon no sólo inocente, sino que emitieron un fallo sin precedentes en la Justicia californiana: “La absolución no es suficiente para el señor Arbuckle. Sentimos que se ha cometido una enorme injusticia con él”. Para entonces, los estudios lo habían despedido por incumplimiento de contrato, sus películas se habían prohibido (“Su cara ensucia la pantalla”), su casa había sido saqueada y las ventanas apedreadas y hasta la Sociedad de Naciones, debatiendo la trata de blancas, lo condenó desde Ginebra.
Fatty Arbuckle murió el mismo día en que se derogó la Ley Seca, en 1933. Para entonces ya era ciudadano honorario del lugar adonde iban a parar los malos chistes, como le gustaba decir en los monólogos de medianoche que hacía en un bar de Culver City. Los nuevos famosos de Hollywood solían coronar sus noches de parranda trasladándose hasta aquel bar en medio de la nada para verlo cantar, bailar y contar la historia de los golpes que había recibido. Aullaban de risa, como los mineros de antes, pero no pagaban con bolsitas de oro. Los tragos eran gratis para ellos. Como bien se sabía, los famosos de Hollywood no pagaban por nada: ya había pagado Fatty por todos ellos.
Juan Forn
Diario Página/12, 21 de marzo de 2014
El Cineclub YMCA cierra la Temporada XII con una función especial en fílmico con música en vivo. El miércoles 4 de diciembre a las 20 horas Eugenia Limeses acompañará al piano la proyección de cortometrajes de Roscoe "Fatty" Arbuckle. Será en Reconquista 439, con entrada libre y gratuita.
Roscoe Conkling Arbuckle (1887-1933) fue uno de los más importantes cómicos del cine mudo. Debutó en 1908 y su carrera creció exponencialmente. Con su 1.75 metro de estatura, y sus kilos de más, fue apodado "Fatty" (Gordito) firmó contrato con Mack Sennet por 25 dólares semanales y se convirtió en parte fundamental de las comedias de Keystone que explotaron el slapstick, con una agilidad asombrosa para su contextura.
Charles Chaplin comenzó su carrera con un pequeño papel en un corto junto a Arbuckle, y en 1917 Fatty llevó al cine a Buster Keaton. De hecho, le causó tanta gracia que Keaton evitara sonreír a raíz de un problema estomacal momentáneo, que le pidió mantener serio a su personaje. Ese mismo año Roscoe logró tener su propia compañía productora junto a Joseph M. Schenck y Norma Talmadge.
Pero todo terminó en 1921, cuando se fue a San Francisco a celebrar el fabuloso contrato que acababa de firmar con la Paramount, de un millón de dólares por tres años. Fatty tenía entonces 34 años, un Rolls Royce, 25 mil dólares en ropa y una mansión en Beverly Hills. Se alojó en el Hotel St. Francis y tras una orgía con alcohol y varias mujeres, falleció la actriz Virginia Rappe. Arbuckle fue acusado de su muerte, tras una violación.
Dos juicios nulos, y un tercero en el que se lo absolvió, golpearon definitivamente la carrera del actor, presa también de la prensa amarilla y de un proceso que además fue la excusa perfecta para que Hollywood cayera bajo diversas asociaciones de vigilancia de la moral, que llegaron a pedir la pena de muerte para él. Mientras, los ejecutivos de los estudios prohibieron a los amigos de Fatty cualquier muestra de apoyo público. Arbuckle encarnaba la depradación de Hollywood.
Luego de su absolución realizó algunos cortometrajes con seudónimo y trabajó como colaborador sin crédito con su gran amigo Keaton. Finalmente, y luego de muchos años, llegó a firmar nuevamente un contrato con la Warner Brothers, en lo que parecía ser su resurgimiento. Un día después, el 29 de junio de 1933, Arbuckle sufrió un paro cardíaco y falleció a los 46 años.
Es por eso que decidimos rescatar su figura con la proyección de cinco cortometrajes, entre ellos uno con Chaplin y un par junto a la gran Mabel Normand, probablemente la actriz cómica más popular de la era del cine mudo, que trabajó asiduamente con ambos, y también tuvo un final temprano en 1930, a los 37 años, víctima de una tuberculosis
Como ya es una costumbre, esta última función del año del Cineclub YMCA será íntegramente en fílmico con música en vivo, interpretada esta vez por Eugenia Limeses, y los cortos de la cinemateca Kinoclub.
Emiliano Penelas
Programador
EL NUEVO HÉROE DE MABEL
(Mabel’s New Hero, EE.UU., 1913, blanco y negro, 10 minutos)
Dirección: Mack Sennett.
Elenco: Mabel Normand, Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Charles Inslee, Virginia Kirtley, Charles Avery, Edgar Kennedy, Hank Mann y Nick Cogley.
En la playa, Mabel parece un poco avergonzada por su nuevo novio, Roscoe, pero aparece Charles Inslee como un guapo que busca aprovecharse. Mabel termina en un globo aerostático desbocado y los Keystone Cops vienen al rescate. Así, Fatty termina salvándola de varios peligros, y de ahí el título, aunque también tuvo uno alternativo: Fatty and the Bathing Beauties.
Esta es la quinta aparición de Keystone Kops de Mack Sennett, en una típica comedia de la compañía Keystone, que en agosto de 1913 ya definía su estilo de películas con mucha acción, a toda velocidad, muchos porrazos y gags simples.
FATTY SE UNE A LA FUERZA
(Fatty Joins the Force, Estados Unidos, 1913, blanco y negro, 12 minutos)
Dirección: George Nichols
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Dot Farley, Minta Durfee, Edgar Kennedy, George Nichols, William White, Charles Avery y Mack Swain.
Después de salvar de ahogarse a una niña que resulta ser la hija del Comisionado de Policía, Fatty es recompensado con un puesto en la fuerza, pero pronto descubre que el trabajo no es tan bueno como parece. Estrenada en noviembre de 1913, con una nueva presentación de los Keystone Cops.
EL ENCUENTRO CASUAL DE FATTY
(Fatty’s Chance Acquaintance, Estados Unidos, 1915, blanco y negro, 13 minutos)
Dirección: Roscoe 'Fatty' Arbuckle
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Billie Bennett, Harry McCoy, Minta Durfee, Frank Hayes, Glen Cavender y Ted Edwards.
Fatty y su mandona y tacaña esposa están visitando un parque. Ella se niega a comprarle un refresco, y Fatty termina intentando tomar de un bebedero. Mientras tanto, otro hombre, que resulta ser un carterista, pone la mira en la esposa de Fatty como su próxima víctima. Él se da cuenta de que la bonita compañera del ladrón (Minta Durfee, quien estuvo casada con Arbuckle en la vida real) está sentada sola en un banco, y comienza a coquetear con ella, incluso cuando el carterista intenta evadir a un policía que lo ha visto en el trabajo.
Es otra de las "comedias del parque" de Keystone, y Arbuckle, que esta vez dirige, vuelve a encontrar nuevas formas de hacernos reír reciclando ideas de otros cortos. Estrenada en marzo de 1915.
MABEL, FATTY Y LA LEY
(Mabel, Fatty and the Law, Estados Unidos, 1915, blanco y negro, 11 minutos)
Dirección: Roscoe 'Fatty' Arbuckle
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Mabel Normand, Harry Gribbon, Minta Durfee, Al St. John, Josef Swickard, Glen Cavender, Joe Bordeaux, Alice Davenport y Frank Hayes.
Cuando Mabel descubre a su marido coqueteando con su criada se origina un grave conflicto. Como parte de la reconciliación, la pareja decide ir a dar un paseo por el parque. Cerca de allí, otra pareja acaba de tener una disputa doméstica similar, y ellos también van al parque juntos. Sin embargo, en el paseo, a ambos hombres les resulta difícil evitar meterse en más problemas.
La Keystone, en una típica comedia de situaciones, vuelve a juntar como protagonistas a dos de sus estrellas más grandes tras la partida de Chaplin: Mabel Normand y Roscoe Arbuckle, y ambos están en la cima de sus posibilidades, con Al St. John, primo de Arbuckle, entre los Keystone Cops.
El título alternativo Fatty’s Spooning Days, y la idea de que en el parque está prohibido "hacer cucharita" es mucho más inocente de lo que podríamos considerarlo hoy.
EL KNOCKOUT
(The Knockout, Estados Unidos, 1914, blanco y negro, 20 minutos)
Dirección: Mack Sennett
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Minta Durfee, Edgar Kennedy, Charles Chaplin, Frank Opperman, Al St. John, Hank Mann, Mack Swain, Charley Chase y Mack Sennett.
Un par de vagabundos deciden fingir una pelea de exhibición de boxeo para un promotor. En tanto Pug, un tipo de buen corazón pero alborotador, enfrenta un grupo de atrevidos que molesta a su novia. Impresionados por sus habilidades deciden hacerlo pasar por "Cyclone Flynn", el campeón, y hacerlo participar de un encuentro de boxeo.
Roscoe Conkling Arbuckle (1887-1933) fue uno de los más importantes cómicos del cine mudo. Debutó en 1908 y su carrera creció exponencialmente. Con su 1.75 metro de estatura, y sus kilos de más, fue apodado "Fatty" (Gordito) firmó contrato con Mack Sennet por 25 dólares semanales y se convirtió en parte fundamental de las comedias de Keystone que explotaron el slapstick, con una agilidad asombrosa para su contextura.
Charles Chaplin comenzó su carrera con un pequeño papel en un corto junto a Arbuckle, y en 1917 Fatty llevó al cine a Buster Keaton. De hecho, le causó tanta gracia que Keaton evitara sonreír a raíz de un problema estomacal momentáneo, que le pidió mantener serio a su personaje. Ese mismo año Roscoe logró tener su propia compañía productora junto a Joseph M. Schenck y Norma Talmadge.
Pero todo terminó en 1921, cuando se fue a San Francisco a celebrar el fabuloso contrato que acababa de firmar con la Paramount, de un millón de dólares por tres años. Fatty tenía entonces 34 años, un Rolls Royce, 25 mil dólares en ropa y una mansión en Beverly Hills. Se alojó en el Hotel St. Francis y tras una orgía con alcohol y varias mujeres, falleció la actriz Virginia Rappe. Arbuckle fue acusado de su muerte, tras una violación.
Dos juicios nulos, y un tercero en el que se lo absolvió, golpearon definitivamente la carrera del actor, presa también de la prensa amarilla y de un proceso que además fue la excusa perfecta para que Hollywood cayera bajo diversas asociaciones de vigilancia de la moral, que llegaron a pedir la pena de muerte para él. Mientras, los ejecutivos de los estudios prohibieron a los amigos de Fatty cualquier muestra de apoyo público. Arbuckle encarnaba la depradación de Hollywood.
Luego de su absolución realizó algunos cortometrajes con seudónimo y trabajó como colaborador sin crédito con su gran amigo Keaton. Finalmente, y luego de muchos años, llegó a firmar nuevamente un contrato con la Warner Brothers, en lo que parecía ser su resurgimiento. Un día después, el 29 de junio de 1933, Arbuckle sufrió un paro cardíaco y falleció a los 46 años.
Es por eso que decidimos rescatar su figura con la proyección de cinco cortometrajes, entre ellos uno con Chaplin y un par junto a la gran Mabel Normand, probablemente la actriz cómica más popular de la era del cine mudo, que trabajó asiduamente con ambos, y también tuvo un final temprano en 1930, a los 37 años, víctima de una tuberculosis
Como ya es una costumbre, esta última función del año del Cineclub YMCA será íntegramente en fílmico con música en vivo, interpretada esta vez por Eugenia Limeses, y los cortos de la cinemateca Kinoclub.
Emiliano Penelas
Programador
EL NUEVO HÉROE DE MABEL
(Mabel’s New Hero, EE.UU., 1913, blanco y negro, 10 minutos)
Dirección: Mack Sennett.
Elenco: Mabel Normand, Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Charles Inslee, Virginia Kirtley, Charles Avery, Edgar Kennedy, Hank Mann y Nick Cogley.
En la playa, Mabel parece un poco avergonzada por su nuevo novio, Roscoe, pero aparece Charles Inslee como un guapo que busca aprovecharse. Mabel termina en un globo aerostático desbocado y los Keystone Cops vienen al rescate. Así, Fatty termina salvándola de varios peligros, y de ahí el título, aunque también tuvo uno alternativo: Fatty and the Bathing Beauties.
Esta es la quinta aparición de Keystone Kops de Mack Sennett, en una típica comedia de la compañía Keystone, que en agosto de 1913 ya definía su estilo de películas con mucha acción, a toda velocidad, muchos porrazos y gags simples.
FATTY SE UNE A LA FUERZA
(Fatty Joins the Force, Estados Unidos, 1913, blanco y negro, 12 minutos)
Dirección: George Nichols
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Dot Farley, Minta Durfee, Edgar Kennedy, George Nichols, William White, Charles Avery y Mack Swain.
Después de salvar de ahogarse a una niña que resulta ser la hija del Comisionado de Policía, Fatty es recompensado con un puesto en la fuerza, pero pronto descubre que el trabajo no es tan bueno como parece. Estrenada en noviembre de 1913, con una nueva presentación de los Keystone Cops.
EL ENCUENTRO CASUAL DE FATTY
(Fatty’s Chance Acquaintance, Estados Unidos, 1915, blanco y negro, 13 minutos)
Dirección: Roscoe 'Fatty' Arbuckle
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Billie Bennett, Harry McCoy, Minta Durfee, Frank Hayes, Glen Cavender y Ted Edwards.
Fatty y su mandona y tacaña esposa están visitando un parque. Ella se niega a comprarle un refresco, y Fatty termina intentando tomar de un bebedero. Mientras tanto, otro hombre, que resulta ser un carterista, pone la mira en la esposa de Fatty como su próxima víctima. Él se da cuenta de que la bonita compañera del ladrón (Minta Durfee, quien estuvo casada con Arbuckle en la vida real) está sentada sola en un banco, y comienza a coquetear con ella, incluso cuando el carterista intenta evadir a un policía que lo ha visto en el trabajo.
Es otra de las "comedias del parque" de Keystone, y Arbuckle, que esta vez dirige, vuelve a encontrar nuevas formas de hacernos reír reciclando ideas de otros cortos. Estrenada en marzo de 1915.
MABEL, FATTY Y LA LEY
(Mabel, Fatty and the Law, Estados Unidos, 1915, blanco y negro, 11 minutos)
Dirección: Roscoe 'Fatty' Arbuckle
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Mabel Normand, Harry Gribbon, Minta Durfee, Al St. John, Josef Swickard, Glen Cavender, Joe Bordeaux, Alice Davenport y Frank Hayes.
Cuando Mabel descubre a su marido coqueteando con su criada se origina un grave conflicto. Como parte de la reconciliación, la pareja decide ir a dar un paseo por el parque. Cerca de allí, otra pareja acaba de tener una disputa doméstica similar, y ellos también van al parque juntos. Sin embargo, en el paseo, a ambos hombres les resulta difícil evitar meterse en más problemas.
La Keystone, en una típica comedia de situaciones, vuelve a juntar como protagonistas a dos de sus estrellas más grandes tras la partida de Chaplin: Mabel Normand y Roscoe Arbuckle, y ambos están en la cima de sus posibilidades, con Al St. John, primo de Arbuckle, entre los Keystone Cops.
El título alternativo Fatty’s Spooning Days, y la idea de que en el parque está prohibido "hacer cucharita" es mucho más inocente de lo que podríamos considerarlo hoy.
EL KNOCKOUT
(The Knockout, Estados Unidos, 1914, blanco y negro, 20 minutos)
Dirección: Mack Sennett
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Minta Durfee, Edgar Kennedy, Charles Chaplin, Frank Opperman, Al St. John, Hank Mann, Mack Swain, Charley Chase y Mack Sennett.
Un par de vagabundos deciden fingir una pelea de exhibición de boxeo para un promotor. En tanto Pug, un tipo de buen corazón pero alborotador, enfrenta un grupo de atrevidos que molesta a su novia. Impresionados por sus habilidades deciden hacerlo pasar por "Cyclone Flynn", el campeón, y hacerlo participar de un encuentro de boxeo.
Este film fue proyectado en el cierre de la Temporada XI, pero consideramos que merece la pena volver a verlo dentro del ciclo dedicado a "Fatty" Arbuckle, ya que además incluye la participación de Charles Chaplin, quien también escribió el guión.
EL GARAGE
(The Garage, Estados Unidos, 1920, blanco y negro, 13 minutos)
Dirección: Roscoe 'Fatty' Arbuckle
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Buster Keaton, Molly Malone, Harry McCoy, Dan Crimmins.
Uno de los más divertidos cortos de Roscoe 'Fatty' Arbuckle, donde su pareja cinematográfica Buster Keaton adquiere casi igual protagonismo, demostrando que tenía alas para volar como actor principalísimo. Transcurre alrededor de un garage donde se lavan autos o se prestan temporalmente.
De la filmoteca http://kinoclubargentina.blogspot.com.ar/
EL GARAGE
(The Garage, Estados Unidos, 1920, blanco y negro, 13 minutos)
Dirección: Roscoe 'Fatty' Arbuckle
Elenco: Roscoe 'Fatty' Arbuckle, Buster Keaton, Molly Malone, Harry McCoy, Dan Crimmins.
Uno de los más divertidos cortos de Roscoe 'Fatty' Arbuckle, donde su pareja cinematográfica Buster Keaton adquiere casi igual protagonismo, demostrando que tenía alas para volar como actor principalísimo. Transcurre alrededor de un garage donde se lavan autos o se prestan temporalmente.
De la filmoteca http://kinoclubargentina.blogspot.com.ar/
Con la proyección de La marrana, la estupenda visión del Siglo XV español, finalizó el ciclo dedicado a José Luis Cuerda en el Cineclub YMCA, y nuestra Temporada XII sólo le queda una función...
Tercera y última función del ciclo dedicado a José Luis Cuerda en el Cineclub YMCA, con la proyección de La marrana, el miércoles 20 de noviembre a las 20 horas, con entrada libre y gratuita en Reconquista 439.
- Función 195 - Miércoles 20 de noviembre, 20 horas
LA MARRANA
(Idem, España, 1992, color, 102 minutos)
Dirección: José Luis Cuerda
Elenco: Alfredo Landa, Antonio Resines, Agustín González, Manuel Alexandre, El Gran Wyoming, Cayetana Guillén Cuervo y Fernando Rey.
Comedia rural ambientada en el siglo XV. Tras haber estado cautivo en Túnez, Bartolomé (Landa) regresa a su tierra extremeña con la ilusión de comer su manjar preferido: cerdo. En el camino se topa con un desertor (Resines) que tiene una marrana.
"El año 1992 fue el de las grandes celebraciones del V Centenario del descubrimiento de América. José Luis Cuerda quiso también recordar tan señalada fecha histórica pero, eso sí, a su manera: alejándose todo lo posible de la mitificación heroica de la gesta y narrando una agridulce historia de dos pícaros y un gorrino. El resultado fue una divertida comedia, La marrana, escrita a ras de tierra.
"La acción arranca precisamente en el verano de 1492. Bartolomé Gutiérrez (Alfredo Landa), que ha estado cautivo de los sarracenos en Túnez, regresa a Extremadura. Lo que más ansía el hambriento es volver a comer cerdo, su manjar preferido, y se encuentra con un hombre joven (Antonio Resines), desertor del asedio de Granada, que intenta llegar a Portugal acompañado por la marrana del título, una hermosísima y apetecible cerda que ha robado por el camino... Los dos pícaros unen sus destinos, intercambian engaños, se hacen amigos, con el fin de poder sobrevivir, es decir, según el director, se trata de una historia que 'continúa vigente para desgracia de la humanidad, porque los pobres tienen que echarle una buena dosis de ilusión a la vida para seguir adelante'" (Filmoteca de Navarra).
Premio Goya al Mejor actor para Alfredo Landa.
- Función 195 - Miércoles 20 de noviembre, 20 horas
LA MARRANA
(Idem, España, 1992, color, 102 minutos)
Dirección: José Luis Cuerda
Elenco: Alfredo Landa, Antonio Resines, Agustín González, Manuel Alexandre, El Gran Wyoming, Cayetana Guillén Cuervo y Fernando Rey.
Comedia rural ambientada en el siglo XV. Tras haber estado cautivo en Túnez, Bartolomé (Landa) regresa a su tierra extremeña con la ilusión de comer su manjar preferido: cerdo. En el camino se topa con un desertor (Resines) que tiene una marrana.
"El año 1992 fue el de las grandes celebraciones del V Centenario del descubrimiento de América. José Luis Cuerda quiso también recordar tan señalada fecha histórica pero, eso sí, a su manera: alejándose todo lo posible de la mitificación heroica de la gesta y narrando una agridulce historia de dos pícaros y un gorrino. El resultado fue una divertida comedia, La marrana, escrita a ras de tierra.
"La acción arranca precisamente en el verano de 1492. Bartolomé Gutiérrez (Alfredo Landa), que ha estado cautivo de los sarracenos en Túnez, regresa a Extremadura. Lo que más ansía el hambriento es volver a comer cerdo, su manjar preferido, y se encuentra con un hombre joven (Antonio Resines), desertor del asedio de Granada, que intenta llegar a Portugal acompañado por la marrana del título, una hermosísima y apetecible cerda que ha robado por el camino... Los dos pícaros unen sus destinos, intercambian engaños, se hacen amigos, con el fin de poder sobrevivir, es decir, según el director, se trata de una historia que 'continúa vigente para desgracia de la humanidad, porque los pobres tienen que echarle una buena dosis de ilusión a la vida para seguir adelante'" (Filmoteca de Navarra).
Premio Goya al Mejor actor para Alfredo Landa.
Con muy buena respuesta de público, proyectamos Amanece, que no es poco, la obra maestra de José Luis Cuerda, en la segunda función dedicada al director español en el Cineclub YMCA.
Segunda función del ciclo dedicado al director español José Luis Cuerda en el Cineclub YMCA. El miércoles 6 de noviembre a las 20 horas proyectaremos Amanece, que no es poco. Como siempre, con entrada libre y gratuita en Reconquista 439.
- Función 194 - Miércoles 6 de noviembre, 20 horas
AMANECE, QUE NO ES POCO
(Idem, España, 1989, color, 106 minutos)
Dirección: José Luis Cuerda
Elenco: Antonio Resines, Cassen, Luis Ciges, Aurora Bautista, Enrique San Francisco, José Sazatornil, Pastora Vega, Chus Lampreave, Manuel Alexandre, María Isbert, Miguel Rellán, Gabino Diego y Arturo Bonín.
Teodoro, un ingeniero español que es profesor en la Universidad de Oklahoma, regresa a España para disfrutar de un año sabático. Al llegar, se entera de que su padre ha matado a su madre y, para compensarlo de la pérdida, le ha comprado una moto con sidecar para viajar juntos.
Así es como llegan a un remoto pueblo de montaña que parece desierto; lo que ocurre es que todos los vecinos están en la iglesia, porque la misa es un auténtico espectáculo. Padre e hijo asisten a las elecciones que se celebran cada año para designar alcalde, cura, maestro y puta. Además, al pueblo ha llegado un grupo de estudiantes de una universidad norteamericana, unos meteorólogos belgas, un grupo de disidentes de los Coros del Ejército Ruso e incluso invasores camuflados de un pueblo cercano.
Surrealista y divertidísima película, Amanece es necesaria y contingente, que no es poco. O dicho de otro modo, es una obra maestra de la comedia delirante. Apenas hay guión, pero no importa; en este maravilloso pueblo que venera a Faulkner la lógica se ahoga entre carcajadas.
- Función 194 - Miércoles 6 de noviembre, 20 horas
AMANECE, QUE NO ES POCO
(Idem, España, 1989, color, 106 minutos)
Dirección: José Luis Cuerda
Elenco: Antonio Resines, Cassen, Luis Ciges, Aurora Bautista, Enrique San Francisco, José Sazatornil, Pastora Vega, Chus Lampreave, Manuel Alexandre, María Isbert, Miguel Rellán, Gabino Diego y Arturo Bonín.
Teodoro, un ingeniero español que es profesor en la Universidad de Oklahoma, regresa a España para disfrutar de un año sabático. Al llegar, se entera de que su padre ha matado a su madre y, para compensarlo de la pérdida, le ha comprado una moto con sidecar para viajar juntos.
Así es como llegan a un remoto pueblo de montaña que parece desierto; lo que ocurre es que todos los vecinos están en la iglesia, porque la misa es un auténtico espectáculo. Padre e hijo asisten a las elecciones que se celebran cada año para designar alcalde, cura, maestro y puta. Además, al pueblo ha llegado un grupo de estudiantes de una universidad norteamericana, unos meteorólogos belgas, un grupo de disidentes de los Coros del Ejército Ruso e incluso invasores camuflados de un pueblo cercano.
Surrealista y divertidísima película, Amanece es necesaria y contingente, que no es poco. O dicho de otro modo, es una obra maestra de la comedia delirante. Apenas hay guión, pero no importa; en este maravilloso pueblo que venera a Faulkner la lógica se ahoga entre carcajadas.
La comedia surrealista y absurda se convirtió en una película de culto que tiene hasta una religión.
En 1989 el cine español estrenó una película que sacudió sus cimientos. Se llamaba Amanece que no es poco, y no se parecía a nada que se hubiera visto antes. Su director, José Luis Cuerda, había realizado unas cuantas historias para televisión y estrenado en cines Pares y Nones y la exitosa adaptación de la novela El bosque animado.
De repente llegó con un filme indescriptible, surrealista, lleno de humor absurdo, y una mezcla de chistes inteligentes, gags visuales y propuestas delirantes que se salía de cualquier molde. La gente no sabía bien qué estaba viendo, pero sabía que venía de un genio irrepetible. Aunque entonces no fuera especialmente reconocida (los Goya de ese año casi la ignoraron), con el tiempo fue cogiendo la importancia que se merecía.
Según pasaban los años Amanece que no es poco se iba convirtiendo en una obra de auténtico culto, con legiones de seguidores (que se iban extendiendo generación tras generación) que memorizaban sus hilarantes frases y escenas. Hasta una religión (los amanecistas) salió en torno a la película de José Luis Cuerda, que desde entonces se dedicó a obras más convencionales.
Cuerda llevaba inactivo desde 2012 -cuando dirigió Todo es silencio-, pero Arturo Valls y el productor Felix Tusell (con el apoyo de Atresmedia), han conseguido levantar su nueva película, que se basa en su novela Tiempo después, y que suena a despedida del director de la actividad. Cuerda ha creado una obra que tiene el espíritu de Amanece que no es poco (muchos la consideran su secuela apócrifa), y que tiene frases para el recuerdo, como estas 15 de aquella comedia que cambió para siempre el cine español:
1. “¡Alcalde: todos somos contingentes, pero tú eres necesario!”
2. “"¡Se me está muriendo divinamente, te lo juro! De los años que llevo de médico nunca había visto a nadie morirse tan bien como se está muriendo tu padre. Qué irse, qué apagarse, con qué parsimonia. Estoy disfrutando que no te lo puedes ni imaginar".
3. "Eres minoría étnica". "Bueno, minoría étnica y negro como un tizón".
4. "Calabaza, yo te llevo en el corazón".
5. “Déjate, déjate, que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama ¿eh?”.
6. "Yo es que he pensado que a mí también me gustaría ser intelectual, como no tengo nada que perder".
7. “Oye, tu hijo es muy negro”. “Pues si ves por las ingles…”.
8. “Y ahora, para rematar, me dicen estos amigos que ha escrito usted 'Luz de agosto', la novela de Faulkner, ¡de William Faulkner! y ¿no podía usted haber plagiado a otro? ¿es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Faulkner?".
9. "¿Vamos a elegir nosotras al tonto del pueblo? Es que mi hermano ya está harto". "No, no. Esta vez no. Es un embolao que nos metían los hombres porque decían que nosotras tenemos más sensibilidad y distinguimos mejor al tonto que podría darnos más juego. Pero este año eligen ellos, que bastante tenemos nosotras con lo nuestro".
10. “Trae algo de Góngora, que tengo yo cuerpo de Góngora…”.
11. "También ha salido que los de la invasión se tienen que ir".
12. "Aquí no hay ni Dios. ¿O es que todos son aquí unos hijos de puta? Porque pueden ser unos hijos de puta que se hacen pasar por fantasmas"
13. Lo de dar guantazos es un esquema muy sintético que conviene utilizar poco, y utilizarlo bien. Casi en plan poético, diría yo. ¡Zas-zas! Como algo prodigioso. ¿Tú me entiendes?
14. Pues yo creo que me voy a sacar la chorra.
15. “-¡Buenas noches!. -¡Que quería yo hablarle de Dostoievski! -Ah, pues muy bien, encantada. Ahora mismo bajo”.
En 1989 el cine español estrenó una película que sacudió sus cimientos. Se llamaba Amanece que no es poco, y no se parecía a nada que se hubiera visto antes. Su director, José Luis Cuerda, había realizado unas cuantas historias para televisión y estrenado en cines Pares y Nones y la exitosa adaptación de la novela El bosque animado.
De repente llegó con un filme indescriptible, surrealista, lleno de humor absurdo, y una mezcla de chistes inteligentes, gags visuales y propuestas delirantes que se salía de cualquier molde. La gente no sabía bien qué estaba viendo, pero sabía que venía de un genio irrepetible. Aunque entonces no fuera especialmente reconocida (los Goya de ese año casi la ignoraron), con el tiempo fue cogiendo la importancia que se merecía.
Según pasaban los años Amanece que no es poco se iba convirtiendo en una obra de auténtico culto, con legiones de seguidores (que se iban extendiendo generación tras generación) que memorizaban sus hilarantes frases y escenas. Hasta una religión (los amanecistas) salió en torno a la película de José Luis Cuerda, que desde entonces se dedicó a obras más convencionales.
Cuerda llevaba inactivo desde 2012 -cuando dirigió Todo es silencio-, pero Arturo Valls y el productor Felix Tusell (con el apoyo de Atresmedia), han conseguido levantar su nueva película, que se basa en su novela Tiempo después, y que suena a despedida del director de la actividad. Cuerda ha creado una obra que tiene el espíritu de Amanece que no es poco (muchos la consideran su secuela apócrifa), y que tiene frases para el recuerdo, como estas 15 de aquella comedia que cambió para siempre el cine español:
1. “¡Alcalde: todos somos contingentes, pero tú eres necesario!”
2. “"¡Se me está muriendo divinamente, te lo juro! De los años que llevo de médico nunca había visto a nadie morirse tan bien como se está muriendo tu padre. Qué irse, qué apagarse, con qué parsimonia. Estoy disfrutando que no te lo puedes ni imaginar".
3. "Eres minoría étnica". "Bueno, minoría étnica y negro como un tizón".
4. "Calabaza, yo te llevo en el corazón".
5. “Déjate, déjate, que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama ¿eh?”.
6. "Yo es que he pensado que a mí también me gustaría ser intelectual, como no tengo nada que perder".
7. “Oye, tu hijo es muy negro”. “Pues si ves por las ingles…”.
8. “Y ahora, para rematar, me dicen estos amigos que ha escrito usted 'Luz de agosto', la novela de Faulkner, ¡de William Faulkner! y ¿no podía usted haber plagiado a otro? ¿es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Faulkner?".
9. "¿Vamos a elegir nosotras al tonto del pueblo? Es que mi hermano ya está harto". "No, no. Esta vez no. Es un embolao que nos metían los hombres porque decían que nosotras tenemos más sensibilidad y distinguimos mejor al tonto que podría darnos más juego. Pero este año eligen ellos, que bastante tenemos nosotras con lo nuestro".
10. “Trae algo de Góngora, que tengo yo cuerpo de Góngora…”.
11. "También ha salido que los de la invasión se tienen que ir".
12. "Aquí no hay ni Dios. ¿O es que todos son aquí unos hijos de puta? Porque pueden ser unos hijos de puta que se hacen pasar por fantasmas"
13. Lo de dar guantazos es un esquema muy sintético que conviene utilizar poco, y utilizarlo bien. Casi en plan poético, diría yo. ¡Zas-zas! Como algo prodigioso. ¿Tú me entiendes?
14. Pues yo creo que me voy a sacar la chorra.
15. “-¡Buenas noches!. -¡Que quería yo hablarle de Dostoievski! -Ah, pues muy bien, encantada. Ahora mismo bajo”.
La función estuvo dedicada a la memoria de Sergio Bacigalupo, socio activo y directivo de YMCA Argentina, quien apoyó desde el comienzo al Cineclub YMCA.
Una pena enorme enterarme del fallecimiento de Sergio Bacigalupo, hombre culto y generoso que año a año impulsaba y promovía al #CineclubYMCA en @YmcaArgentina. Se van a extrañar los cafés compartidos hablando de cine, música y Suecia, con fino sentido del humor— Emiliano Penelas (@Emiliano451) October 13, 2019